Turno 6

Capítulo XIII. Hace dos meses.

Las puertas se abrieron de golpe y los cuatro Épicos entraron lentamente. Otras cuatro personas aguardaban en la sala. Todos levantaron la mirada, sorprendidos, evaluando a los intrusos. Tras unos instantes de calma, The Coven continuó avanzando al unísono, ignorando por completo al resto, atravesando la estancia. Su único objetivo se encontraba tras las pesadas puertas que tenían en frente.

- ¿Cómo habéis entrado aquí? – Serenere se puso en pie. Les apuntaba con una pequeña pistola. Sus compañeros la imitaron.
- Deberías saber que al dirigirse a un Épico debes mostrar más respeto, amiga – Nod se dirigió directamente hacia ella, sonriendo. Serenere no podía moverse -. Y también que no voy a explicarte cómo nos hemos ganado el favor de vuestro amiguito el friki.
- Lightning, basta. Nuestro juego no es este – la voz de Asha sonaba autoritaria. Nod se giró hacia ella con cara de fastidio. Mientras tanto, Antares, Samantha y Ellaria se habían colocado cubriendo las puertas.
- No hagamos esto más difícil de lo necesario – Refractionary habló calmadamente -. No queremos haceros ningún daño.
- No todos somos tan baratos como Gerold – desafió Antares. A continuación dio un respingo cuando Asha apareció tras él, sujetándole con fuerza y apuntándole con su arma. La imagen de Asha que permanecía junto a Refractionary se desvaneció en el aire, como la ilusión que era. Samantha apretó el gatillo y disparó a Refractionary. La bala atravesó limpiamente su cuerpo, como si no fuera más que aire.
- No es cuestión del precio que pongáis a vuestras vidas – le respondió Absence -. Es que cuando más perdamos aquí el tiempo, más tiempo tendrá para escapar.
- Y eso es algo que no vamos a permitir – la voz de Nod provenía de algún punto cercano a la puerta, lejos de donde se veía realmente su imagen. Efectivamente, el grupo al completo apareció tras las figuras de los defensores. Pulgar empujó la puerta.
- Lynch ya no es el dueño de esta ciudad. Podéis trabajar para nosotros o desaparecer de aquí – les dijo. Luego deshizo las ilusiones que mantenía activas en la sala, revelando la verdadera posición de todos los que estaban allí -. Ha sido un placer.

Al otro lado de las puertas les esperaba una figura encapuchada. Los ojos tras la máscara del lince rastrearon al grupo, como evaluando su potencial. Fue a decir algo. Un movimiento de Nod le interrumpió.

- Perdónanos, pero no tenemos tiempo para discursos. Todo está dicho. La ciudad es nuestra.

Tajuru alzó los brazos. El agua rompió los cristales de los ventanales y entró a raudales, inundando la habitación. Nod, Asha y Pulgar se lanzaron contra Lynch, reduciéndolo y sumergiéndolo completamente en el agua. Tajuru apuntó y disparó. El arma no se encasquilló, como había predicho Nod. El agua se tiñó de rojo.


- ¿Lo han matado? – preguntó Cupido en voz baja. ADN asintió.
- Nos han hecho el trabajo sucio – dijo tranquilizando a su compañera -. Nosotros no sabíamos su punto débil.
- Pero ahora tendremos que luchar contra cuatro – Rick se acercó a los otros dos.
- Tenemos ventaja. Piensan que no somos Épicos
- No podemos estar seguros de eso – comentó Cupido.
- Propongo desaparecer un tiempo – dijo Deathpoint a los otros tres -. Que piensen que hemos huido. Estudiarlos, y después atacar.

Todos se miraron, evaluando la posibilidad. Parecía tentador. A The Coven les llevaría un tiempo hacerse con un control estable. Solo tendrían que atacar en el momento preciso.

No esperaron más. Antares, Serenere, Ellaria y Samantha salieron rápidamente de allí.

Capítulo XIV. Actualidad.

Tras la muerte de Regalia y Lauerys todo pasó a la calma. El estruendo provocado por el torbellino dio paso al silencio. Los cuatro Épicos se detuvieron, sin saber hacia dónde atacar. Ya solo quedaba Refractionary, el ilusionista. Tal vez el más complicado de abatir.

No habían llegado hasta allí para rendirse, sin embargo. Habían aguardado pacientemente bajo el mando de Lynch, esperando a que alguien, por casualidad o por poder, consiguiera quitarlo de en medio. Habían estudiado a sus nuevos enemigos. Y ahora iban a hacerse con el poder. A cualquier precio.

- Debimos imaginarlo – la voz de Refractionary sonó a su alrededor. El Épico continuaba manteniendo la ilusión a su alrededor, manipulando los fotones de luz para crear imágenes que realmente no existían, de forma que no se le veía por ninguna parte -. Debimos imaginar que erais vosotros. Un grave error, lo admito. Pero… ¿quién iba a pensarlo? ¿Un grupo de Épicos conformándose con servir a otro, cuando pueden arrebatarle el poder? No estáis a la altura de vuestros poderes – hubo un momento de silencio -. Y a ti, querida, te debo esto.

Un disparo sonó en la azotea. Inmediatamente Samantha cayó de rodillas, con las manos cubiertas de sangre. Un puñado de monedas repicó a su alrededor cuando se le escurrieron de entre los dedos. Por suerte para el resto, no le había dado tiempo a cargar energía en ninguna.

Antares reaccionó rápidamente. Saltó por encima del cuerpo de Samantha, en la dirección de la que había llegado el disparo. Se lanzó hacia adelante, a ciegas, aunque solo veía aire frente a él. De pronto algo invisible rozó sus dedos. Refractionary había intentado esquivarlo, pero aquello era suficiente: sentía el nuevo poder en su interior. Tras absorber sus poderes podía manipular los fotones al igual que Refractionary. No dudó en utilizarlo: a su orden, la luz volvió a su comportamiento original.

La figura de Pulgar se materializó cerca de él. Apretaba el gatillo de su arma, apuntando hacia Deathpoint, quien no había advertido todavía la aparición el ilusionista. Antares dio un grito de alarma, pero Serenere no tuvo tiempo de defenderse. Antares no se lo pensó dos veces y disparó a Pulgar, sin darle tiempo a comprender por qué su ilusión había caído. Después levantó una barrera de protección a su alrededor, otro de sus poderes absorbidos tiempo atrás. No se detuvo a contemplar la agonía de su enemigo, sino que corrió hacia Ellaria, que lo observaba todo con ojos asustados.

- ¿Estás bien? – le preguntó.
- Sí… creo que sí – ella le miró como si no se creyera lo que acababa de suceder -. ¿Sólo quedamos tú y yo?
- En realidad no. Quedan los Reckoners – le respondió él. Ellaria negó con la cabeza, con una expresión de súplica.
- Sabes que no me gusta, Antares. Nunca me han gustado estos métodos. Hay fuerzas más poderosas.
- Tranquila. No más violencia. Lo que quiero es otra cosa – le cogió de la mano y le dedicó una sonrisa -. Vamos, antes conseguí absorber a ese matemático. Me moría por hacerlo, la verdad.

ADN y Cupido desaparecieron de allí.

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